{"id":163,"date":"2016-03-13T04:29:55","date_gmt":"2016-03-13T04:29:55","guid":{"rendered":"https:\/\/www.jesidewalks.net\/?p=163"},"modified":"2019-12-01T14:34:07","modified_gmt":"2019-12-01T14:34:07","slug":"trans-mongoliano-siberia","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.jesidewalks.net\/2016\/03\/13\/trans-mongoliano-siberia\/","title":{"rendered":"Trans-Mongoliano. Etapa 2: Siberia"},"content":{"rendered":"
\"Omsk<\/a>
Omsk – Ulaanbaatar<\/figcaption><\/figure>\n

Read the English version<\/a><\/p>\n

Jueves 4 de junio, pasado el mediod\u00eda. Saliendo de Omsk<\/em><\/p>\n

Alla sin acento, no es un error de ortograf\u00eda en castellano sino la mam\u00e1 de Liza,<\/del> nuestra anfitriona. La vieja nos pide que nos saquemos las zapatillas y nos pongamos las pantuflas que est\u00e1n en la entrada. Despu\u00e9s de ver nuestro cuarto y dejar las mochilas, pasamos a la cocina y nos sentamos en una mesa redonda cubierta con un mantel de pl\u00e1stico amarillo con dibujos de flores en macetas (describir m\u00e1s: cuarto fr\u00edo, oscuro, cortina sucia tapa la luz, agujeritos de cigarrillo apagados sobre el mantel)<\/span>.<\/em><\/p>\n

Alla pone una pava de aluminio a calentar. \u201c\u00bfTea, coffee?\u201d nos pregunta en ingl\u00e9s. Con un vaso de agua me bastar\u00eda, pero parece imprudente decirle que no. \u201c\u00bfCaf\u00e9 tiene?\u201d le pregunto. \u201cS\u00ed, claro,\u201d y ah\u00ed no m\u00e1s saca un jarro de aluminio (o era cobre?)<\/span> de dentro del horno. Cierra el horno con tanta fuerza que parece que la cocina se derrumba.<\/del> De un mueblecito de madera oscuro saca un envase de pl\u00e1stico y echa dos cucharadas de caf\u00e9 molido y, con el cuidado de alguien que riega el pasto, vierte un poco del agua de la olla al jarro y lo pone a calentar. Caf\u00e9 al estilo turco, y seguro que me lo da negro y sin az\u00facar. Elona se contenta con un saquito de EarlGrey de la cajita de lata sobre la mesa. <\/em>
\nAcabamos de llegar, y el apartamento sobre la calle-<\/em><\/p>\n

\u201cElona, \u00bfcu\u00e1l era el nombre de la calle del apartamento en San Petersburgo?\u201d<\/p>\n


\nElona deja su lectura un momento y cierra los ojos. \u201cPa, something<\/em>. A ver espera que me fijo,\u201d me dice abriendo su min\u00fasculo cuaderno de direcciones con dibujos de arbolitos tipo bons\u00e1i en macetas. \u201cSh-palernaya ul. Sh-pa, S, h, palernaya ul.\u201d
\n\u201cAh, \u2018taba f\u00e1cil. Shpalernaya ul. \u2018ul\u2019 ser\u00e1 calle, no?\u201d
\n\u201cS\u00ed.\u201d
\n\u201c\u00bfQu\u00e9 lees?\u201d
\n\u201cWild Swans<\/em>\u201d
\n\u201cHace rato que lo ven\u00eds leyendo \u00bfEst\u00e1 bueno el libro?\u201d
\n\u201cS\u00ed, ten\u00e9s toda la historia de China de los \u00faltimos 100 a\u00f1os en una novela.\u201d
\n\u201cCuando lo termines lo agarro.\u201d<\/p>\n

\u2026-calle Sh-palernaya ul es tal como me imaginaba los edificios comunistas, prejuicios de pel\u00edculas y libros de la guerra fr\u00eda. La puerta de la entrada al bloque es de color ocre. La madera se est\u00e1 descascarando, pero tiene una cerradura electr\u00f3nica de \u00faltima generaci\u00f3n, de esas que se abren al arrimar la llave sin tocarla. Adentro las paredes est\u00e1n revocadas pero sin pintar\u2026 (derretidas y vueltas a congelar con el cambio de las temp., se encorvan, se ensanchan, se doblan, se resquebrajan. Escalera: ancha, pasamano oxidado, color? Pelda\u00f1os irregulares)<\/span>\u2026 el departamento huele a madera y alfombra.<\/em><\/p>\n

-\u201cY, cu\u00e9ntenme un poco de ustedes. De qu\u00e9 trabajan, qu\u00e9 hacen despu\u00e9s de San Petersburgo,\u201d nos pregunta Alla que se sienta dejando escapar un leve suspiro. Tomo un poco del caf\u00e9. Est\u00e1 fuert\u00edsimo. Le cuento como hace poco dejamos todo y emprendimos rumbo en tren hacia el Este del mundo con la intenci\u00f3n de llegar hasta la China. (–agregar sensaci\u00f3n del espacio: \u00b4Mientras le cuento, Elona se fija en la alacena de madera detr\u00e1s\u00b4 tasas de porcelana, libros de cocina, fotos\u2026)—\u00b4<\/span><\/em><\/p>\n

-\u201cOh, oh! \u00bfTodo en tren? Oh!\u201d se sorprende y se r\u00ede la vieja. \u201c\u00bfY despu\u00e9s de San Petersburgo?\u201d<\/em>
\n-\u201cDe ac\u00e1 nos tomamos un tren a Mosc\u00fa, y despu\u00e9s nos vamos a Mongolia\u2026con el Tran-Siber<\/del>\u2014Trans Mongoliano,\u201d <\/em>
\n-\u201cOh! Jo, jo! No, oh!\u201d exclama Alla. \u201cPero, \u00bfpor qu\u00e9, por qu\u00e9?\u201d Alla, se r\u00ede con una voz ronca, moviendo la cabeza de lado a lado. \u201c\u00a1Nadie toma ese tren. Es muy largo, es mucho tiempo! \u00bfPor qu\u00e9, por qu\u00e9, si pueden tomar un avi\u00f3n?\u201d<\/em><\/p>\n

El tren se sacude, y eso hace que dibuje un ray\u00f3n en el cuaderno. La edad de los rieles propaga la turbulencia terrestre durante varios minutos. Cuando se pasa quiero volver al cuaderno con la intenci\u00f3n de seguir escribiendo, pero ya estoy en otro lugar. Afuera Siberia se extiende, mon\u00f3tona e infinita, en forma de campos sin cultivar, a veces interrumpidos por peque\u00f1os bosques de pinos flacos y bien altos. Una calima dorada envuelve el paisaje. Mi reloj marca las 6 de la ma\u00f1ana, pero el sol est\u00e1 bien arriba as\u00ed que debe ser de mediod\u00eda o pasada la una. En el pasillo la veo a Ang\u00e9lica que va y viene, preocupada porque ha dejado su m\u00f3vil cargando en el otro vag\u00f3n.<\/p>\n

\u201cTranquila Ang\u00e9lica, nadie le va a robar el celular. \u00bfEsa es la gu\u00eda de China?\u201d le pregunto se\u00f1alando el libro que lleva bajo el brazo.
\n\u201cAh, s\u00ed. Esta es la gu\u00eda de la que les hablaba ayer,\u201d dice entrando a la cabina y sent\u00e1ndose a la cama, feliz de que me haya interesado. No ve\u00eda la hora de compartir su plan de ruta. Elona deja de leer y se acerca. Ang\u00e9lica nos describe los distintos lugares con el entusiasmo de un chico, sujeta la gu\u00eda con las dos manos pasando las hojas a sacudidas como temiendo que se la quiten; Beijing, Xi\u00b4an, Chengdu, Yunnan\u2026 mapas con cruces y l\u00edneas, m\u00e1rgenes inundados de tinta azul y l\u00e1piz, p\u00e1ginas con las puntas dobladas.
\n\u201c\u00bfY cu\u00e1nto tiempo planean estar dando vueltas por China?\u201d
\n\u201cUn mes. Es nuestro regalo de jubilados.\u201d
\n\u201c\u00bfY c\u00f3mo se mueven de lugar en lugar? \u00bfC\u00f3mo hacen?\u201d
\n\u201c\u00a1En avi\u00f3n! Que va. Yo con esto del Trans Siberiano, joder. A lo sumo alg\u00fan autob\u00fas en la ciudad.\u201d
\nMe doy vuelta para mirar por la ventana. Cada 50 metros pasamos un poste el\u00e9ctrico. El tren toma una ligera curva y alcanzo a ver la grava que forma el balasto de las v\u00edas. No puedo contar las piedras que sostienen los durmientes, as\u00ed como tampoco puedo contar las estrellas que llenan el cielo. Pero puedo contemplarlas.<\/p>\n

\u201cAyer en el vag\u00f3n 5 conocimos a una familia de australianos que est\u00e1n viajando hace dos a\u00f1os con sus tres hijos. Desde Europa viajan solamente por tren y autob\u00fas,\u201d le comparte Elona. \u201cEmpezaron en Estados Unidos, desde la costa oeste, cruzaron todo el pa\u00eds hasta Nueva York. De ah\u00ed volaron hasta Francia, y siguieron en tren hasta Mosc\u00fa y ac\u00e1 est\u00e1n.\u201d
\n\u201cMadre m\u00eda. \u00bfY ahora qu\u00e9? \u00bfVan hasta China y de ah\u00ed vuelan a Australia?\u201d
\n\u201cParan unos d\u00edas en Irkutsk, antes del lago Baikal,\u201d le digo. \u201cDespu\u00e9s una semana en Mongolia. De ah\u00ed siguen en tren hasta Beijing y le meten todo hasta abajo. Primero Hong Kong, despu\u00e9s Vietnam, y un colectivo hasta Bangkok. De Bangkok vuelan a Australia. E ir\u00e1n parando en el camino me imagino.\u201d
\n\u201c\u00a1\u00bfY los ni\u00f1os?! \u00bfC\u00f3mo hacen con el colegio?\u201d
\n\u201cLes pregunt\u00e9 justamente eso,\u201d dice Elona. \u201cLos educan ellos, hacen el colegio en la casa.\u201d La cara de Ang\u00e9lica parece desencajarse un poco. Antes de que Elona pueda explicarle c\u00f3mo es esto del home-schooling<\/em>, se distrae con uno de los suizos de al lado que sale a fijarse en la carga de su m\u00f3vil.
\n\u201cBueno, yo por lo pronto los dejo. Me voy a ver el m\u00f3vil y despu\u00e9s, no s\u00e9. Me terminar\u00e9 otro Sudoku.\u201d
\n\u201cVaya no m\u00e1s. Si liberan este enchufe, yo te aviso.\u201d<\/p>\n

Cuatro horas m\u00e1s tarde, el tren para en la estaci\u00f3n de Barabinsk. Al bajar, los mosquitos nos golpean la cara. Sobre la plataforma, bien pegada a la escalera del vag\u00f3n, se nos planta una viejita que comienza a hablarnos en ruso. Lleva un pa\u00f1uelo en la cabeza y colgado del cuello sujeta una canasta de mimbre con varios pastelitos y masas fritas. Pasamos al lado esquivando su mirada, pero ah\u00ed no m\u00e1s nos topamos con otras tres. Una vende m\u00e1s pastelitos, otra tiene gaseosas, galletitas y dulces. La tercera nos chanta un enorme pescado seco frente a nuestras narices. M\u00e1s a lo lejos en la plataforma veo a otras dos viejitas, cerca de la locomotora, y otras tres para el lado del vag\u00f3n restaurante. Todas caminan despacio, arrastrando sus pies, sus cuellos encorvados sujetando las canastas de mimbre. Caminamos en direcci\u00f3n a la locomotora, mirando hacia dentro del tren. Ah\u00ed es cuando lo veo a Miguel, el chico de Bilbao que va de vag\u00f3n en vag\u00f3n buscando una afeitadora. Quiere raparse la cabeza antes de salir de Rusia.<\/p>\n

El sol empieza a bajar y el cielo se debate entre un azul claro y tintes de ocre rojizo. Le compramos unos pastelitos a la primera mujer que se nos acerc\u00f3 y nos quedamos dando vueltas por la plataforma. Hay much\u00edsimos mosquitos. Los controladores, postrados a las puertas de cada vag\u00f3n, est\u00e1n siendo devorados. Algunos revolean en vano sus sombreros para ahuyentarlos, otros se distraen con raspando las suelas de sus zapatos contra el suelo. Para nosotros, esa inocente intriga de estar pisando la plataforma de Barabinsk, una estaci\u00f3n en el medio de Siberia. Para los controladores, ese cansancio y ganas de llegar a casa. \u00bfCu\u00e1ntas veces habr\u00e1n pasado estos tipos por esta misma estaci\u00f3n? Al cabo de diez minutos, dos de ellos que parecen medio jefes se juntan, intercambian unas palabras, asienten, hacen se\u00f1as a los dem\u00e1s. Ahora los controladores nos empiezan a llamar con esos sonidos guturales y movimientos de manos que hacen ellos.<\/p>\n

\u201cListooo. Parece que hay que volverse para adentro,\u201d digo y Luis que est\u00e1 al lado nuestro nos escucha. \u201cQu\u00e9 dices, \u00bfya? Pero si ten\u00edamos como cuarenta minutos en esta estaci\u00f3n.\u201d
\n\u201cPues, ya no. Agradec\u00e9selo a los mosquitos.\u201d<\/p>\n

No m\u00e1s vamos subiendo al vag\u00f3n, Luis llama a los gritos a Ang\u00e9lica que ha cruzado las v\u00edas hasta la otra plataforma donde hay un kiosquito. \u201c\u00a1Angeee! \u00a1Vuelve! Vuelve ya que viene otro tren y te quedas atrapada del otro lado de la plataforma\u201d. Elona arquea las cejas, yo me llevo una mano a la cabeza. Luis no se entera. Miro a lo lejos, y veo una locomotora a casi un kil\u00f3metro de la estaci\u00f3n, quieta y sin vagones. \u201cLuis, aquel tren no se mueve. Los controladores nos llaman adentro porque est\u00e1n hartos de los mosquitos,\u201d le digo pero me ignora y la sigue llamando a Ang\u00e9lica como un desaforado. Los otros pasajeros en la plataforma se giran para ver que est\u00e1 pasando, las viejas siguen vendiendo. Ang\u00e9lica se vuelve al trote, puteando por no haber podido comprar algo para picar m\u00e1s tarde.<\/p>\n

\u201cChicos, \u00bfse puede?\u201d Miguel entra con un paquete de Pringles<\/em> que sujeta bajo el brazo como si fuese un diario.
\n\u201cEntra, entra\u201d le digo. \u00bfY, encontraste maquinita de afeitar?\u201d Me pongo a preparar el mate.
\n\u201c\u00a1S\u00ed! Ah\u00ed uno del segundo vag\u00f3n me prest\u00f3 una. As\u00ed que esta noche, adi\u00f3s,\u201d dice Miguel toc\u00e1ndose el pelo como si ya estuviese arrepinti\u00e9ndose.<\/p>\n

Miguel es ingeniero civil, est\u00e1 sin trabajo y dice que quiere radicarse en Buenos Aires. Le ofrezco unas galletitas que compramos en la estaci\u00f3n de Yaroslavsky antes de salir de Mosc\u00fa, y se echa a re\u00edr cont\u00e1ndonos de otro viaje suyo, en Samarna, al sur de Rusia, donde se la paso comiendo esas galletitas durante un a\u00f1o. Le chicaneo con que tiene un acento argentino m\u00e1s fuerte que el m\u00edo, que no puede ser que solo sea por tener una novia porte\u00f1a. Termino de preparar el mate y me tomo las dos primeras cebadas mientras Miguel nos cuenta sobre su periplo por la Patagonia. Afuera veo a las viejitas con sus canastas. Unas se quedan en la plataforma, sus miradas parecen intentar abrir las puertas de los vagones. Otras ya se alejan, cruzando la v\u00eda para sentarse en un banco, resignadas a esperar al pr\u00f3ximo tren.<\/p>\n

\u201cSab\u00e9s,\u201d le digo, \u201cyo estoy dele y dele mirar por la ventana. Y esta cosa no para de seguir y seguir hacia el este. Bueno ahora no, todav\u00eda estamos ac\u00e1 parados con las viejas que se quedaron sin vender por culpa de los mosquitos.\u201d Risas. \u201cTom\u00e1, vos empezas,\u201d le digo pas\u00e1ndole el mate. \u201cPero de verdad, es impresionante.\u201d
\n\u201cJuiff<\/em>, mm<\/em>. Gracias,\u201d me dice devolvi\u00e9ndome el primer mate. Pienso en explicarle lo del \u2018gracias\u2019 en el contexto de una mateada, pero lo dejo pasar y sigo cebando. \u201cDespu\u00e9s, sabes, quiero sacarme una foto tomando mates con ustedes para envi\u00e1rsela mi novia. No lo va a poder creer.\u201d<\/p>\n

A los veinte minutos, el tren comienza a moverse, y Barabinsk y sus viejas comienzan a alejarse. Nos embelesamos hablando de trenes, le revelo mis nostalgias de tiempo y distancia, de lo bueno que ser\u00eda un tren que cruzase toda la Patagonia y llegase hasta el norte argentino. Hablamos tomando mate mientras miramos a la ventana. El tren viaja hacia el este, nuestras mentes desaparecen y nuestras almas se hacen m\u00e1s presentes, trascienden hacia otros lugares, regresan al tren y vuelven a irse. Y as\u00ed. Nos quejamos de nuestros presidentes, de la divisi\u00f3n social en Argentina y las \u2018camisetas pol\u00edticas\u2019 y referenciamos a los Rajoy, los Fern\u00e1ndez, y los Cameron. Comentamos de los rusos, de los chinos, de Europa, y de lo que nos espera en Mongolia. Miguel nos cuenta que en Mongolia se encuentra con unas amigas y de ah\u00ed, piensan emprender rumbo de vuelta hacia el suroeste, atravesando el desierto en camioneta hasta llegar a Urumqi en China y cruzar a Kazajist\u00e1n. Nos dice que una vez en Kazajist\u00e1n es un misterio, no sabe si ir por el suroeste del pa\u00eds y llegar al C\u00e1ucaso, o directamente al sur, pasando por Uzbekist\u00e1n, Turkmenist\u00e1n e Ir\u00e1n. \u201cMi meta es llegar a Turqu\u00eda y de ah\u00ed volverme a Espa\u00f1a por el Este de Europa,\u201d dice entusiasmado. Dice que sobre todo quiere evitar Afganist\u00e1n e Irak, \u201cporque ah\u00ed s\u00ed que est\u00e1 jodido.\u201d<\/p>\n

Groso, complicado, loco. Nos sacamos una foto los tres, Elona haciendo malabares con la c\u00e1mara que cuelga de la escalerita de la cucheta y el tren dando saltitos con cada bache de los rieles. Miguel se va, invit\u00e1ndonos a que nos pasemos por su cabina a tomar cerveza mientras los irlandeses le cortan el pelo. Elona retoma su lectura de Wild Swans y yo me quedo mirando la ventana, pregunt\u00e1ndome c\u00f3mo hace un tipo como Miguel, sin trabajo, para financiarse tanto viaje, tanta Patagonia, Siberia y Asia Central.<\/p>\n

Cuando llegamos a Novosibirsk ya es de noche. Sobre la plataforma de la estaci\u00f3n, una familia de bronce, sus brazos extendidos para la eternidad, despide a los soldados que se marcharon, ya hace mucho, al frente durante la segunda guerra mundial. Esta es la estaci\u00f3n del Museo Transiberiano. Los controladores deciden no abrir las puertas, pero desde el tren se puede ver una maqueta de una locomotora a vapor en tama\u00f1o natural. La m\u00e1quina posa detr\u00e1s de un ventanal, iluminada por unos fuert\u00edsimos reflectores de color amarillo.<\/p>\n

Nuestro cuarto d\u00eda de traves\u00eda transcurre tranquilo, casi rutinario. Parece que hiciera un mes que vivimos en este tren. Nos despertamos temprano. Elona levanta la persiana, y la luz del sol llena la cabina de un color dorado, delatando los \u00e1caros de polvo suspendidos en el aire. Sombras de estructuras sin forma espec\u00edfica se propagan sobre la puerta como una cuadricula, desliz\u00e1ndose lentamente por la cabina hasta desaparecer por la pared como fantasmas. Me reincorporo sobre la cucheta. El paisaje ahora son pastizales interpuestos por pantanos y bosques de \u00e1rboles secos y muertos. De vez en cuando, se ven casitas de madera con huertas y patios. La tierra es negra como el carb\u00f3n, y la madera de las casas es gris, algunas incluso parecen estar quemadas. Contin\u00faan tambi\u00e9n los escombros y esqueletos de cemento, rompecabezas sin armar, de edificios y f\u00e1bricas abandonadas y venidas a pedazos. Y a la llegada y salida de las estaciones m\u00e1s grandes, como Krasnoyarsk ayer u Omsk hace dos d\u00edas, se nos muestra la otra cara de Siberia; usinas, chimeneas escupiendo humo de cualquier cosa, aeropuertos gigantes, puentes largos, avenidas anchas, edificios altos, ciudades con villas y despelote.<\/p>\n

Preparamos el mate y nos comemos los pastelitos que le compramos a la viejita en Barabinsk, que para nuestra sorpresa son salados, de huevos de pez. Leemos, jugamos al ajedrez, caminamos. Charlamos brevemente con los suizos, que son de Basel, y tratamos de evitar a toda costa las quejas de Ang\u00e9lica y Luis. Ni rastros de Miguel. Por tercera vez pasa la provodnysta<\/em> del vag\u00f3n 1 vendiendo refrescos y le compramos un jugo de manzana. Nos arranca varios rublos. El d\u00eda se pasa r\u00e1pido. Paramos en Krasnoyarsk, Ilansky y Tayshet. Cuando ya se hace de noche el tren gira con direcci\u00f3n sureste.<\/p>\n

Nos despertamos a las 5 de la ma\u00f1ana, o lo que sea, de nuestro quinto d\u00eda de traves\u00eda transiberiana. Es un d\u00eda importante en nuestra ruta, hoy a la tarde llegamos a Baikal. Pero primero est\u00e1 Irkutsk, en una hora. Estamos los dos con fiaca. Anoche dormimos poco, el tren se tambaleaba con cada bache y el viento helado se met\u00eda por la ventana. Pero no la iba a cerrar, los suizos de al lado se la pasaron fumando, igual como los controladores. El tren hizo tres paradas durante la madrugada. Acostado en la cucheta escuchaba el ininteligible anuncio en ruso de los meg\u00e1fonos de las estaciones y me preguntaba si en alguna de ellas se nos sumaba alg\u00fan compa\u00f1ero de cabina.<\/p>\n

Terminamos de desayunar y salgo al pasillo donde me encuentro con nuestra vecina de la cabina III, una se\u00f1ora de unos sesenta y pico que desde que se subi\u00f3 en Omsk no par\u00f3 de tejer. Por fin logro hacer contacto de ojos. La saludo y le pregunto si habla un poco de ingl\u00e9s. \u201cUn poquito,\u201d me dice ri\u00e9ndose. Entre ingl\u00e9s y se\u00f1as de mano logramos conversar. Alma es de Astana, Kazajist\u00e1n, y viaja a Ulanbaataar a visitar a su hijo.
\n\u201cEntonces usted debe viajar seguido a Mongolia.\u201d
\n\u201cSiempre que puedo, s\u00ed. Siempre en tren,\u201d me dice.
\n\u201c\u00a1\u00bfDesde Astana?! How many times have you taken the Trans-Mongolian?<\/em>\u201d le pregunto y me muestra los cinco dedos de la mano.
\n\u201cYou must see many of us, tourists!<\/em>\u201d le digo y se echa a reir. La vieja me cae bien. Su sonrisa me recuerda a Fermina, la esposa de mi t\u00edo Alfredo. Parece una persona honesta, de esas con las que incluso los silencios son c\u00f3modos. Le pregunto sobre sus hijos. Me cuenta que tiene cuatro, dos varones y dos hijas gemelas. Su hijo en Mongolia es al que ve m\u00e1s seguido, los otros est\u00e1n radicados en Estados Unidos. Le comento que mi sobrina tambi\u00e9n se llama Alma y que su nombre en castellano significa esp\u00edritu, pureza, y con las manos hago como si me saliese aire del pecho y se elevara por los aires. \u201cOh!\u201d expresa sorprendida. \u201cEn Kazako no. Solo es un nombre,\u201d me dice.<\/p>\n

Cuando llegamos a Irkutsk, casi se nos llena el vag\u00f3n. Se suben once pasajeros m\u00e1s. Tres son mochileros que viajaban separados y ahora parece que van de la mano. Son dos chicos ingleses y una chica belga que se instalan con Alma. Los otros ocho viajan en grupo. Es un grupo senior conformado por dos escoceses, un irland\u00e9s-australiano, un canadiense, dos neozelandeses y un japon\u00e9s. Completa el grupo la gu\u00eda, una chica ucraniana que parece haberse dejado la sonrisa en Kiev. Los once hab\u00edan llegado juntos a Irkutsk hace unos d\u00edas con el Trans-Siberiano. Es decir, en el tren ruso. El shock es palpable, y los controladores por primera vez en cinco d\u00edas tienen trabajo. No tanto por las quejas y comentarios, sino porque el japon\u00e9s habla Mandar\u00edn, entonces ya no se pueden hacer tanto los boludos.<\/p>\n

El vag\u00f3n lleno, ahora el tren parece otro. Es tan raro ver el pasillo alborotado de viajeros. Aprovechamos y charlamos con uno de los viejos, un escoc\u00e9s, que nos cuenta que tienen el viaje organizado hasta Beijing con una agencia. El tren entra en una zona monta\u00f1osa y empiezan los t\u00faneles. Baikal es cuesti\u00f3n de minutos.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

Read the English version Jueves 4 de junio, pasado el mediod\u00eda. Saliendo de Omsk Alla sin acento, no es un error de ortograf\u00eda en castellano sino la mam\u00e1 de Liza, nuestra anfitriona. La vieja nos pide que nos saquemos las zapatillas y nos pongamos las pantuflas que est\u00e1n en la entrada. Despu\u00e9s de ver nuestro…<\/p>\n Read More<\/span> Trans-Mongoliano. Etapa 2: Siberia<\/span><\/a>","protected":false},"author":1,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"Layout":"","footnotes":""},"categories":[13,12],"tags":[8,21,25,14,24,23],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/www.jesidewalks.net\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/163"}],"collection":[{"href":"https:\/\/www.jesidewalks.net\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/www.jesidewalks.net\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/www.jesidewalks.net\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/www.jesidewalks.net\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=163"}],"version-history":[{"count":24,"href":"https:\/\/www.jesidewalks.net\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/163\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":293,"href":"https:\/\/www.jesidewalks.net\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/163\/revisions\/293"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/www.jesidewalks.net\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=163"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/www.jesidewalks.net\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=163"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/www.jesidewalks.net\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=163"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}